sábado, 20 de junio de 2009










Un entorno inmediato, sábado a las 8:00. Son muchos los espacios, intervenidos (?) o no, obvios o no, los paneles están, los murales están, lo privado, lo publico. Si bien se ocupa, igual se libera.

Esa dicha polución visual no está hecha solamente de carteles publicitarios, una tipología arquitectónica lleva consigo su contexto, vende una marca, vende un arquitecto, vende un estilo, una tendencia.

La urbe empieza en el primer rasgo de ocupación, lo que sigue son invenciones e intervenciones, un cartel de transito no está tan lejos del backlight de una panadería. En donde empieza y termina esa herida visual que tanto molesta? Establecemos un límite para cada cosa, reglamentamos; y bueno, que?

En esa serie no hay mucho de ello, ni de aquello, está de lo más común. Con cara de sábado a las 8:00 en una ciudad que uno distinguió por, quizás, 30 minutos, y listo.

Uno ve una cosa, otro ve otra, cada ciudadano arma su ciudad en imágenes distintas que por hora se entrecruzan, pero igualmente de distintas maneras. Cambia el referente, el significado, la función, el uso. uno elige, momentáneamente, y remplaza por otra foto, otro foco, otro punto. La callecita antigua y restaurada llena de tablas en bajorrelieve con los nombres de los locales es hermosa, sale bien en la foto, el boulevard es tenebroso por la multiplicación de gigantografías, ¡Aceptémoslo!, por reflexión, por asimilación o por inducción. La culpa no es del cartel.

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